Cuando uno ve que la lucha por el descenso estuvo restringida a dos históricos como Quindío y Cúcuta, los cuales podrán estar muy hechos mierda pero hacen parte del archivo memoriográfico de la nación, no deja uno de extrañar los tiempos en los que el torneo no estaba lleno de equipos recién salidos de la imagina$ión y emp€ño de algún empresario local. Tiempos en los que uno esperaba en el noticiero los goles de su equipo, jugando de visitante en el peladero del viejo San José de Armenia (donde la imagen siempre salía movida, como si el camarógrafo no llevara trípode) o en el General Santander (en donde, por algún extraño motivo, las imágenes salen siempre incluso al día de hoy, en un evocador color sepia). Y no se deja de sentir jartera ver que su lugar será ocupado por algún rejuntado fundado hace dos o tres años al que lo irán a ver unas cien personas, pero que estará ahí por ser un club MODELO y ORGANIZADO, mientras clubes con más tradición dan bandazos por aquí y por allá sumergidos en campañas nerviosas y conducidas por los murmullos de la tribuna.
Y claro, el Quindío y el Cúcuta están ahí como están no por culpa de otros, sino por años continuos de campañas entre mediocres a directamente horribles. No es culpa de Patriotas que le haya tocado el América más cagado e indigno de su historia, ni de Equidad que - sin importar que lo siguen si mucho tres jubilados con alma de hipsters - lo que han hecho en lo administrativo y deportivo ha sido mejor que muchos otros equipos; ni es culpa de Alianza Petrolera que Nacional lo manteng... ah, no era eso a donde iba. La culpa del mal momento del Quindío y Cúcuta no pasa sino por ellos mismos, pero eso no deja de ser una pena para los fanáticos del fútbol que, como uno, sienten que se va desvalorizando de a poco un torneo en el que la mitad de sus equipos no llevan más de trescientas personas si van mal, ni más de setecientos si van bien.
Toda esta perorata sirve como prolegómeno (?) a esta nueva sección, que sacaremos con una regularidad llevada por la inspiración del momento: haremos una reseña a modo de humilde homenaje de aquellos grandes - o al menos históricos - clubes hoy en decadencia, y por ende, desconocidos para esta generación obnubilada por el Chelsea, el Manchester City y la Yampionslig. Comenzaremos hoy hablando del querido y muy extrañado Unión Magdalena.
Y claro, el Quindío y el Cúcuta están ahí como están no por culpa de otros, sino por años continuos de campañas entre mediocres a directamente horribles. No es culpa de Patriotas que le haya tocado el América más cagado e indigno de su historia, ni de Equidad que - sin importar que lo siguen si mucho tres jubilados con alma de hipsters - lo que han hecho en lo administrativo y deportivo ha sido mejor que muchos otros equipos; ni es culpa de Alianza Petrolera que Nacional lo manteng... ah, no era eso a donde iba. La culpa del mal momento del Quindío y Cúcuta no pasa sino por ellos mismos, pero eso no deja de ser una pena para los fanáticos del fútbol que, como uno, sienten que se va desvalorizando de a poco un torneo en el que la mitad de sus equipos no llevan más de trescientas personas si van mal, ni más de setecientos si van bien.
Toda esta perorata sirve como prolegómeno (?) a esta nueva sección, que sacaremos con una regularidad llevada por la inspiración del momento: haremos una reseña a modo de humilde homenaje de aquellos grandes - o al menos históricos - clubes hoy en decadencia, y por ende, desconocidos para esta generación obnubilada por el Chelsea, el Manchester City y la Yampionslig. Comenzaremos hoy hablando del querido y muy extrañado Unión Magdalena.
Unión Magdalena, the banana power
Para muchos treintañeros y cuarentañeros, hablar del Unión Magdalena es meterse de fondo por el rincón de los recuerdos de aquellos-años. Y no porque el equipo samario fuera el Ballet Azulgrana o la Holanda del 74 de la Bahía. Todo lo contrario: el recuerdo del Unión deja el aire impregnado de partidos ásperos y dificilísimos disputados en una cancha capaz de frenar hasta a la Wehrmacht en su avance por Polonia. Las nóminas del Unión tenían generalmente una impensable combinación de geniales y escurridizos cracks de playa y baldosa junto con monolíticos, rupestres pero voluntariosos troncos metelones en todas las posiciones, con los que te podías ir tranquilo a gritar "Alá y Mahoma valen mondá" en la plaza central de Kabul. Junta lo anterior con un terroso uniforme azulgrana que nunca, jamás, se veía bonito (un misterio muy comentado entre mi generación era el porqué la camiseta del Barcelona se veía tan bacana y la del Unión no... será que éramos unos cipayos (?)) y los partidos en la mencionada cancha - el mítico estadio Eduardo Santos de Santa Marta - y tendrás como resultado el summum de la grossez.
Equipo del Unión de 1989, que iba derecho para la final hasta que a alguien se le ocurrió matar un árbitro y cancelaron el campeonato. Reconocemos al arquero mundialista por Bolivia, Carlos Leonel Trucco, al "Huevo" Gil (segundo arriba), Orlando "El Animal" Rojas (tercero arriba), Ronald Valderrama (cuarto arriba), Teddy Orozco (cuarto abajo) y el hábil volante Melquisedec (!!!) Navarro (quinto abajo).
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Para añadirle más mística al asunto, el Unión jugaba todos los partidos de local con dos refuerzos letales: "La Loca" y "El Morro". "La Loca" de Santa Marta no es nadie conocido de la farándula (?), sino la fuerte brisa que sopla en la bahía y se cuela por la cancha del Eduardo Santos, dándole al balón un efecto por demás (?) estrambótico. Los jugadores locales ya conocían los movimientos de "La Loca" (repito que no vamos a echar ningún chisme), pero obviamente los visitantes no, con lo que los bananeros añadían un plus de peligrosidad a los tiros de lejos o a los centros aéreos. "El morro" era un pedazo pelado, un accidente geográfico de 0.2 m sobre el nivel del mar, que adornaba una de las áreas chicas de la cancha (no me acuerdo cuál). Hasta que ví el Unión en primera no me acuerdo que hayan quitado el dichoso morro, que en la práctica se convertía en un invisible y estático centodelantero que cambiaba casi en la raya el destino del balón chutado por el delantero que se hacía toda la jugada: haz de cuenta un Teófilo Gutiérrez (?). La brisa, el morro, la cancha, la lucha cuerpo a cuerpo de los jugadores del Unión y para rematar, la calientísima agresividad del respetable público que colmaba las vetustas tribunas del estadio, convertían el partido en una parada tan brava que eran pocos los clubes que salían de allí con el culo indemne.
Escudo
El escudo de Unión se sale de la categoría "feo" para pasar a la de "pintoresco". No por los colores, que si le quitas el blanco se convierte en la combinación cromática más hermosa del mundo (?), sino por el particular diseño del mismo. Un hexágono con rayas rojas, azules y blancas y con las siglas "UM" dibujadas a manera de un logo full setentoso, no es más adecuado para lucirlo en la camiseta de un club profesional que en la parte trasera de un bus municipal. Pero por lo mismo aguanta el escudo: debe ser mucho mejor que cualquier invento actual salido de la inspiración de un tipógrafo metido a diseñador. El detalle más atrapante es el gran "SANTA MARTA" que luce como estandarte, orgulloso y marcial, en el escudo. No "Unión Magdalena": Santa Marta, como para reafirmar de donde son y a qué ciudad defienden, con todo y contra todos. Sublime.
Apodo
"El Ciclón Bananero". Según las versiones que recolectó nuestro equipo investigador, el apodo nació del equipo campeón de 1968 haciendo alusión a "La Loca". Nosotros los del Politburó, que somos unos muchachos inquietos (?), nos llama la atención el apodo de "Ciclón" y el uniforme del Unión: imposible que no haya ninguna relación. Lo de "bananero" se refiere a la actividad económica más importante de la región después de la de llevar a backpackers a tirar marihuana a la Sierra Nevada.
La historia del Unión: menos alegrías que un proceso de divorcio
Para hablar de los inicios del club debemos remontarnos hasta 1950, en pleno auge del famoso e infame El Dorado. Ese año vino a Colombia a jugar una serie de amistosos un equipo llamado Hungaria F.C., formado casi en su totalidad por futbolistas húngaros que habían escapado de su país natal oprimido por el stalinismo. El Hungaria jugó dos veces contra Millonarios, una contra Santa Fe, otra contra Medellín y una con el desaparecido Uaaaaacaaaaaaaaaa Shuniaaaaaaaaaarrsss.... digo, Boca Juniors de Cali, dejando en general una muy buena impresión. Tan buena que hasta Ecuador (la siguiente parada en la gira del equipo) fueron los dirigentes del Junior de Barranquilla para proponerele, Imre Danko que se devolviera a Colombia para jugar con el equipo aún no patrocinado por Pastas La Muñeca. Danko aceptó y se fue para el Junior con otros cuatro compañeros del equipo; desde esa época salió la canción "Se va el magyar, se va el magyar / se va para Barranquilla..."...creo que es así, de pronto estoy confundido... el caso es que la partida de cinco compañeros al Hungaria más desmantelado que el M-19 y, lo peor, en plena gira. Aprovechando la coyuntura, dirigentes encabezados por Eduardo Dávila Armenta (?) contrataron a los jugadores remanentes del equipo para formar un ídem que participara en el torneo colombiano de 1951 bajo el nombre de Samarios. La figura de los húngaros que se quedaron era una reliquia de la preguerra: Gyula (por acá lo llamaron "Julio") Zsengellér, figura de su país en el Mundial de Francia 1938, donde anotó 5 goles y fue subcampeón con su selección. Mira cómo son las cosas: una de las figuras de un Mundial de Fútbol y aparte subcampeón del mundo terminó jugando en Santa Marta. Por cosas como estas es que empiezan a caerse de maduros los lugares comunes del realismo mágico y todas esas huevadas.
El equipo terminó ese año en el puesto 14 (sobre 18 equipos) con 10 ganados, 7 empatados y 17 perdidos. Entre las victorias destaca la que hasta el día de hoy es la mayor goleada del fútbol colombiano: un 12-1 (sí, 12-1, con seis goles de Zsengellér) que le empacaron a Universidad de Bogotá, lo que muestra que la crisis de la educación en Colombia viene desde hace mucho rato. A pesar del catorceavo puesto la mecha prendió: el equipo sobrevivió a esos convulsos primeros años del profesionalismo en los que varios clubes desaparecieron. Para 1953 el club toma su denominación actual: Unión Magdalena y, salvo un año en el que fue desafiliado por la Dimayor (en 1955, como sanción por retirarse del torneo anterior antes de finalizar el mismo) y otros dos en los que no participó por problemas económicos, ha continuado siendo parte de la historia futbolística colombiana.
Después de años seguidos de participaciones mediocres, el Unión pega el bananazo (?) en 1968 ganando contra todos los pronósticos - con una nómina plagada de desconocidos a excepción del seleccionado olímpico y futuro campeón con Millonarios y Junior Alfredo Arango - el torneo Apertura, que no daba estrella pero sí cupo a la Libertadores y a la final contra el campeón del Finalización. Que resultó siendo el ultrafavorito y vigente campeón: el Deportivo Cali, que pintaba para repetir título. Sorpresivamente el humilde Unión ganó en la ida en Cali por 1-0 (gol de Aurelio Palacios). En el segundo partido en Santa Marta a Unión lo agarró el cagazo de tener tan cerca la gloria y el Cali se puso encima 2-0 a los 27 minutos del primer tiempo. El título parecía escapársele de las manos a los samarios: pero recuerden que estamos hablando del De-por-tivo Cali. Unión puso el 2-1 a los 10 minutos del segundo tiempo, y faltando cuatro minutos para el final empató Ramón Rodríguez. El marcador no se movió más y así, un 15 de Diciembre de 1968, la afición del Unión celebró por primera y hasta ahora única vez en su sufrida historia un titulo de la A.
Al año siguiente el Unión jugó la Libertadores en el grupo con el Cali y dos equipos venezolanos: Deportivo Italia (¿¿eh??) y Unión Deportiva Canarias (¿¿ah??). Pero solo ganó dos partidos y quedó rápidamente eliminado. Los años 70 vieron al Unión tirando campañas mediocres, salvo en 1979: el año en que América se desvirgó tuvo al Unión -dirigido por el ilustre DT argentino Perfecto Rodríguez - como protagonista y clasificado a los grupos semifinales. Sorpresivamente los samarios ganaron el suyo y clasificaron al cuadrangular final junto a Santa Fe, Junior y América. El Unión llegó de inesperado líder a la última fecha, asegurando título si le ganaba al América en Cali. Pero no se repitió la hazaña: los caleños ganaron 2-0 y los samarios quedaron de terceros debido la victoria de Santa Fe en Barranquilla. La figura de ese equipo era el habilísimo y talentoso Didí Alex Valderrama, primo de un flaco desgarbado que respondía al nombre de Carlos Alberto.
"Ya marica, ya tomaron la foto, abrámonos". Gloria al Pibe por los siglos de los siglos. |
La tripleta argentina del Unión durante su aventura cartagenera: el delantero Oscar Denis (le fue horrible), el gran bombardero Héctor Ramón Sossa y el habilísimo Marcelo Enrique Ibañez. |
Y después de coquetear peligrosamente con el descenso, el glorioso Unión bajó a la B en 1999. Ascendió a la A recién en 2002 gracias al famoso invento del triangular pirara del ascenso en Cartagena. Parecía que retornaban con impulso, pero no: en 2005 volvieron a la Primera B y de ahí no han podido salir.
Jugadores insignia
Que el Unión ha tenido el privilegio de haber tenido en sus filas al grandísimo Pibe Valderrama lo sabe hasta Noemí Sanín. Además por sus filas han pasado cracks y/o figuras del calibre del mencionado finalista del mundo Gyula Szengellér, Didí Alex Valderrama, Marcelo Enrique Ibañez, Omar Alfredo Galván o Jorge Ramoa. Pero no nos referimos a ellos cuando hablamos de "jugadores insignia", sino de aquellos con los que uno asocia al recuerdo de la institución por diversos factores: los que eran puesto fijo en las alineaciones del club por años seguidos; los que se hacían notoriamente conocidos por su metodología de frenar los ataques rivales con el viejo recurso de la pata indiscriminada; o los que por su nombre y figura son sublimemente folclóricos. De alguna manera algunos de los que mencionaremos encontraron en el Unión Magdalena su único lugar en el mundo futbolístico. Abajo vamos a hacer un recuento de algunos, totalmente conscientes que se nos van a quedar muchos sin reseñar. Añadimos números a cada jugador para facilidad de los potenciales brutos que nos están leyendo (?).
Teddy Orozco (1), "La Puya" Zuleta (2) y Jairo Calanche Sulbarán (4) tienen muchos paralelos; son samarios, surgidos de la cantera del equipo, delanteros, pequeñitos, prometieron, incumplieron (?), se fueron para el DIM, les fue horrible en el Poderoso. Los tres sin excepción configuraron carreras de respetables a firmes en el Unión pero fuera del Ciclón Bananero no vieron media. De los tres el que mejor pintaba era "La Puya", que aparte de ser muy hábil tenía una dosis presentable de gol que lo llevó a ser parte de la selección de la Copa América del 97... hasta que llegó al Medallo y se le deglutió la carrera. El malogrado Calanche Sulbarán (QEPD) se dio a conocer en una sub 20; sufrió toda su carrera la confusión de su primer apellido, del que el 99.68% de la gente pensaba era su apodo ("...ese pelao juega bien, el tal Jairo "El Calanche" Sulbarán"). Teddy Orozco también salió de alguna selección juvenil mostrando como principal virtud hacer goles a punta de voluntad y autoconvencimiento (?). En el Unión era i-na-mo-vi-ble. En los otros equipos en los que jugó era in-mó-vil.
Teddy Orozco (1), "La Puya" Zuleta (2) y Jairo Calanche Sulbarán (4) tienen muchos paralelos; son samarios, surgidos de la cantera del equipo, delanteros, pequeñitos, prometieron, incumplieron (?), se fueron para el DIM, les fue horrible en el Poderoso. Los tres sin excepción configuraron carreras de respetables a firmes en el Unión pero fuera del Ciclón Bananero no vieron media. De los tres el que mejor pintaba era "La Puya", que aparte de ser muy hábil tenía una dosis presentable de gol que lo llevó a ser parte de la selección de la Copa América del 97... hasta que llegó al Medallo y se le deglutió la carrera. El malogrado Calanche Sulbarán (QEPD) se dio a conocer en una sub 20; sufrió toda su carrera la confusión de su primer apellido, del que el 99.68% de la gente pensaba era su apodo ("...ese pelao juega bien, el tal Jairo "El Calanche" Sulbarán"). Teddy Orozco también salió de alguna selección juvenil mostrando como principal virtud hacer goles a punta de voluntad y autoconvencimiento (?). En el Unión era i-na-mo-vi-ble. En los otros equipos en los que jugó era in-mó-vil.
La familia Valderrama tenía dos ramales: el de los calidosos (el Pibe, Didí) y el otro, del que hace parte Ronald Valderrama (3). Volante de marca, duró un montón de años como puesto fijo en la nómina del Unión. Jugó por Colombia el Mundial Juvenil de 1987, en el que es aún recordado por cometer el penal por mano más absurdo de la historia del fútbol hasta antes del de Adalberto Román de River en la promoción de 2011. El defensa central Miguel González Palacio (5) era familia del Pibe pero por el lado de la mamá: de él sacó solo el pelo. Recio, áspero, rupestre, agresivo para la marca, jugó en la selección que participó en los recordados Juegos Odesur del 86. Juegos en los que compartió zaga con Víctor "El Chino" González Scott (6), que aunque no se distinguía por su ductilidad, era mucho más leal en la marca y más confiable. Nos parece que Yosvida Fuentes (7) fue algo subvalorado: el recuerdo que tenemos de él era de un volante mixto muy criterioso y sacrificado, con buena creación de juego. De alguna manera es más recordado por su nombre sin tocayo que por su juego.
El recuerdo de Orlando "El Animal" Rojas (8) se ha magnificado con el tiempo. El apodito se lo puso la prensa bogotana después de algún partido en que Rojas se explayó sobre las rodillas rivales: antes de eso le decían simplemente "El Salvaje" (?). Ojo: no era una monja de la caridad, pero tampoco el sanguinario asesino que salía a lesionar al rival. Era, eso sí, un defensa central que salía con todo a despejar el balón, sin importar si con él también se iba algún ligamento del delantero rival, y propenso a usar algunas artimañas (?) para ganar ventaja en los tiros de esquina y cobros de costado. Jugó en el Junior de Comesaña y en el Millonarios (creo). El delantero paraguayo Felipe Neri Franco (9) es un infaltable en los recuerdos del fútbol ochentoso, y el talismán de estos genios. Su melena apocalíptica y su barba mesiánica le valieron el mote de "El Apóstol", y a decir verdad salían ondeando bastante seguido en la transmisión de los goles de los domingos por la noche. Luego del Unión fue a Cúcuta, de ahí al Olimpia donde fue campeón de América (!!), y después a varios clubes de España.
El delantero Guillermo "Efectividad" (glorioso apodo) Serrano (10) alternó los setentas y ochentas entre el Unión y el Deportivo Cali. Eugenes Cuadrado (11) se hizo conocer ante el país por ser sorpresivamente convocado por el doctor Gabriel Ochoa para la eliminatoria de México 86. Volante central muy limitado y sacrificado pero, eh... muy sacrificado (?), jugó solamente en la victoria 2-0 a Venezuela en El Campín. A Melquisedec Navarro (12), Lenis Faillace (13) y Tony Salja (14) los incluímos no solo por su respetable carrera en el equipo, sino por la absoluta gro-sez de sus nombres. Y por último, al defensor Justiniano Peña (15) lo incluímos por ser uno de los últimos surgidos de la cantera del equipo con cierto éxito a nivel nacional: fue parte de la nómina del único titulo del Deportes Tolima.
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Y esto es todo lo que tenemos para decir del Unión. Ah, no, falta algo: vuelve, Unión. Vuelve, que la A te está esperando. Y si de paso vuelves bajándote al Alianza Petrolera, te recibiremos con más alegría. Por el espíritu de los voluntariosos campeones del 68...
Nota: Las fotos se tomaron en su mayoría de este sitio de facebook del Unión Magdalena, y de la web oficial del equipo.