Era muy difícil escribir sobre la ya finalizada participación de la selección Colombia el fin de semana que pasó, con el cadáver del partido de cuartos aún calientico y la emoción aún en carne viva. Primero porque después del juego contra
Brasil yo estaba borracho y todos ustedes también (?), y segundo porque las emociones, la piedra, el sentimiento de orgullo y el calor hacen que la objetividad se vea sepultada por un montón de frases abstractas e irracionales del tipo “
árbitro español tetrahijodeuncamiónllenodveintemilputassifilíticas gonorrea hijueputa”, “
¡TE AMO, COLOMBIA, TE AMOOOO!” y “
James, te quiero adoptar!” (?). Yo particularmente pensé que el patrioterismo exacerbado que sentí antes, durante y después del juego de cuartos me iba a durar al menos un mes, pero afortunadamente no fue sino que viera la transmisión exclusiva y excluyente de Car*col sobre la llegada de la selección a Bogotá, para que se me quitara el sentimiento patriótico de un plumazo y volviera a la realidad. Gracias, Car*col.
Ya con la cabeza unos 0.5° más fría, me animo a escribirles con las sensaciones que a este su humilde escribidor le dejó este equipo, y con las sensaciones que viví desde Brasil. No, mentiras, no fui a Brasil pero estuve de corazón con los parceros que sí fueron (?). De pronto algunas de estas opiniones que verteremos acá les sonarán repetidas, o más que todo absurdas, pero mejor las dejamos escritas para que don José las tome como punto de partida para el Operativo "#
CampeonesdelMundo2018" (?). Y queremos aclarar primero que, ante todo, y sin importar como terminó, esta selección me dejó (como a casi todos),
orgulloso.
Teníamos muchísimo tiempo (21 años, para ser exactos)
que una selección Colombia no unificaba, convocaba y emocionaba tanto como lo logró este equipo. Y a diferencia de la última vez que eso pasó con igual magnitud, esta vez el final fue triste pero no traumático ni decepcionante. Por una vez no nos pareció un oxímoron güevón eso de "
derrota digna", ni quedamos ardidos ni emputados con los nuestros, a los que sentimos de verdad como nuestros representantes. Ya eso de por sí es ganancia.
Dicho lo anterior, comenzamos:
Primero lo negativo, como buen colombiano (?): el porqué no avanzamos más adelante de Cuartos de Final
Nosotros perdimos contra Brasil no por el árbitro, ni por la FIFA, ni porque ellos son Brasil, ni por el planteamiento. Sino por todas las anteriores, unas más que otras. Es fácil culpar a la FIFA de la eliminación, pero a la hora del te eso es lloradera pura y simple: si queríamos ser campeones tocaba pasar por encima de todo eso. Pero caigamos en cuenta que sin el árbitro
español hijo de la gran puta que te parió muy probablemente hubiéramos perdido también, porque si quitamos ese detalle arbitral lo que queda es la certeza que el primer tiempo se lo regalamos a los locales con moñito, dedicatoria y CD. Resumamos lo que pensamos que fueron las causas raíz (?) de la derrota en cuartos.
1) Se nos hicho achí: A priori sabíamos que el partido contra
Brasil, independientemente del nivel futbolístico que tenían ambos equipos, era más difícil que ver a Uribe llorando y admitiendo que toda la vida ha estado equivocado en su pensamieno (?). Por muy bien que estuviéramos jugando, por mucha magia y goles y alternativas que mostramos, y por muchos
Freds, Hulks y
Jos que tenían los locales,
Brasil es Brasil: el más poderoso, el más prestigioso, el de más categoría del fútbol de todos los tiempos, el que le tira encima la camiseta al 95% de los seleccionados. Y jugar contra ellos, de visitantes, en una instancia definitiva, y en la que de alguna manera ya habíamos superado el nivel del "
ya cumplimos", pesó fuerte. Se notó desde el principio con el cagazo que varios jugadores mostraron cuando rodó el balón: hubo varios que estaban más desubicados que
Hombres G teloneando a
Slayer, y contra un equipo como Brasil eso ya es perder el partido desde el vamos. Ya cuando quisimos reaccionar la teníamos como tratando de subir la Loma del Indio en Medellín empujando una carreta con bultos de cemento. En instancias de eventos como este es donde pesa full la tan mentada veteranía, la experiencia y la cancha que a los nuestros todavía les falta, salvo
Yepes (curtido por años de guerrearla en ambientes densísimos en
Argentina, Francia, Italia y el peor de todos: en
Deportivo Cali (?)) y
Faryd (cuya carrera incluye pasos por ásperas canchas de
Argentina, Paraguay, España, Alemania y
Turquía, en donde para él era normal jugar dándole la espalda a miles de turcos borrachos de
raki y cantando por sangre, tirando bengalas y blandiendo cimitarras a cuatro metros detrás de distancia)
Y con esto no queremos caerle a nadie: s
eríamos unos mierdas insensibles si desconocemos el empuje y clase que mostraron los nuestros durante todo el campeonato. Aunque suene a sicología de bolsillo: de derrotas como estas es de las que se aprende. Nuestra guardería (?) ya se irá curtiendo a futuro.
2) La cagamos con el planteamiento: admitamos que esta selección tiene 48 millones de técnicos, pero solo uno que de verdad sí puede tomar decisiones. Pero incluso con esa premisa cuesta entender el porqué don José le dio por cambiar la fórmula que tan buenos resultados le había dado contra
Japón y
Uruguay:
Jackson como 9 neto, pivoteando, descargando y asustando con su presencia en el área y hasta con su cara (?), pegando en los momentos claves. El regreso de un desteñido (es un decir (?))
Ibarbo a la titular no se justificó ni un solo momento, y eso combinado con un
Teo con menos peso que el de Colombia en la ONU hizo que los brasileños tuvieran tiempo hasta de hacer reuniones entre ellos mientras tomaban caipirinhas. Tampoco ayudó el rol de
Guarín, al que este bló pedía con fuerte vehemencia pero cuya presencia perdía razón de ser con la actuación de
Abel Aguilar en octavos.
3) Y sí, el árbitro gilipollas (?): de por sí solo no justifica el resultado. Pero sí, parece que dejó las tarjetas en el hotel, o las empeñó para tener algunos ingresos extras para sobrellevar cuando regrese a España. Dejó pegar mucho, inclinó sutilmente la cancha y no se puso los cojones (?) para parar el juego fuerte de los locales.
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El titular del Diario del Magdalena deja mucho espacio libre para la interpretación (?) |
El porqué llegamos hasta donde llegamos
El esquema de don José estaba cantado desde la eliminatoria: un juego basado en la constante proyección de los laterales juntándose con los volantes de arriba, descargando en los delanteros rotando en posición de ataque. Y funcionó sin problemas durante los cuatro primeros partidos, en donde
Miñía - a pesar de su exceso de chontaduro (?) que lo llevaba a veces a enviar el balón a la mierda - y
Zuñiga fueron el motor de los ataques del equipo, bien aprovechados por la clase de
James y
Cuadrado. Abajo no pasamos muchas afugias, pero por varios partidos quedó la sensación que dejamos venir mucho al rival - regalándole la pelota incluso - y ahí uno se acordaba de la lesión de
Aldo Leao, o la burrada de
Macnelly Torres de cagarse su carrera y el mundial yéndose a enterrar al fútbol árabe. Pero en general el equipo funcionó bastante bien y demostró que tiene, si sigue trabajando en ese sentido, con qué durar un buen tiempo a primer nivel. Todo mérito de don
José Pekerman, que bajo su look Thewalkingdeadiano (?) esconde una seriedad, inteligencia y liderazgo a prueba incluso de colombianos (?). A Pekerman se le criticó bastante al principio (nosotros también), pero supo llevar el rumbo y aprovechar el momento y calidad de estos jugadores, sobre todo porque genera consenso y unidad. Ayudó bastante su bajo perfil propio para alejar escándalos, puteríos y polémicas cacorras e inútiles. Que no se vaya, por favor. Y si se va, que no venga ni
este ni mucho menos
este.
Y ahora sí, el uno x uno
En el arco: no hay dudas que David Ospina (8) tuvo un gran mundial. Sobrio, seguro, sin histrionismos, ágil, atajador arriba y abajo. No fue una sorpresa, porque ya lo conocíamos, pero David superó lo que se pensaba que iba a actuar durante el torneo y se convirtió en uno de los mejores arqueros del Mundial. Aunque contra Brasil tuvo algo que ver en los goles - también salvo varios cantados - nos parece que el Nice le quedará pequeño y es probable que algún club mucho más grande se lo quiera llevar. No, el DIM no porque ya tiene a Leandro Castellanos (?). Faryd Mondra... perdón, el GRAN FARYD CAMILO MONDRAGÓN ALÍ actuó muy poco como para tener calificación, pero eso no nos impide ponerle con total objetividad una calificación de 10 (????).
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En este momento del partido, casualmente, se me entró un sucio en el ojo... |
Los centrales: Al hablar de centrales es obligatorio comenzar mencionando al gran Mario Yepes (8), una de las inesperadas figuras de la selección en el torneo. Porque, la verdad, seamos buenos entre nosotros mismos (?), nadie pensaba que Mario iba a tener el impecable mundial que tuvo: seguro, ubicado, serio, siempre (siem-pre) donde estaba la jugada, haciendo barridas que ni cuando tenía 28 las hacía. Fue emocionante ver jugar a Yepes, sobre todo porque, aparte de todo, el tipo tenía más mística y huevas que los defensores de Stalingrado. Tocará esperarlo para el 2018 (?). Cristian Zapata (7) cumplió a nuestro parecer. De los que jugaron contra Japón Eder Álvarez Balanta (5) nos dió la sensación que aún está algo verde para estas citas, pero pinta bastante; en cambio, sinceramente, Carlos Valdés (4) nos dejó la impresión que no tiene nivel para un evento de este tipo, o estaba demasiado cagado en su debut mundialista: la última vez que los japoneses encontraron tantas facilidades para entrar a un área fue cuando invadieron Manchuria en 1931.
Los laterales: Pablo Armero (6) y Camilo Zuñiga (6), como ya lo sabíamos, eran un avión atacando y un vagón de los Ferrocarriles Nacionales defendiendo. La cosa era tratar de aprovechar lo que atacaban sin estar rezando demasiado sobre lo que nos podía pasar a espaldas de los dos, que cuando subían dejaban tanto campo que se podía edificar un conjunto residencial con zonas verdes en cada lado. Pero, como lo dijimos, eso ya lo sabíamos, y era muy jodido prescindir de ellos por poner, por ejemplo, a Daniel Bocanegra (?). Santiago Arias (6) también cumplió a nuestro juicio, aunque por momentos la ansiedad juvenil le jugó en contra.
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Nos quedamos con las ganas de ver a Miñía convulsionando en el césped (?) |
Los volantes de atrás: También fue mejor de lo esperado el mundial de Carlos Sánchez (7), que volvió a ser el mismo de mitad de la eliminatoria. No queremos quedarnos con la imagen del último partido, porque la verdad, deforma la visión total que tenemos de su participación. Del que sí esperábamos más era de Freddy Guarín (5), que contra Japón insinuó pero contra Brasil no hizo más que mirar cómo la lanzaban por el aire los de amarillo y tampoco manejó el balón como podía hacerlo. El mundial de Abel Aguilar (5) fue raro a nuestro juicio; su primera ronda para nosotros fue más de lo mismo que siempre hizo en la selección: la prueba de que se puede estar en todas partes de la cancha sin aportar nada. Cuando nuestra campaña antiabelaguilarística alcanzó niveles harto delirantes (?) nos calló la boca con una actuación impecable contra Uruguay, pero incomprensiblemente ahí sí don José lo sacó para poner a Guarín contra Brasil. Y, la verdad, hizo falta. Alexander Mejía (4) tuvo un mundial muy regular, aportando más que todo barullo y faltas innecesarias. También esperábamos más del crédito de la familia Ardila Lulle (?).
Los volantes de ataque: ¡Qué decir de
James Rodríguez (9) que no se haya dicho ya! El Politburó de La Monserga del Fútbol pensaba que el pelao iba a tener un buen mundial, pero no tanto; porque aparte de su calidad, las jugadas de crack y los goles, el 10 mostró una personalidad muy superior a sus 22 añitos. Un figurón.
Juan Guillermo Cuadrado (7) fue otro de los que borró algo su imagen global del torneo con lo que hizo en el último partido. Pero en general fue una de las figuras del equipo.
Juan Fernando Quintero (6) tuvo su actuación soñada entrando desde el banco contra
Costa de Marfil, pero también se mostró algo biche.
Carlos Carbonero (pronúnciese "
Carbonerooooouuuu, Carboneroooouuuu"), el invitado de última hora a la convocatoria fue, eh, muy buen compañerouuuuu, compañerouuuuu (?).
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Crack |
Los delanteros: fue la línea que mostró menos rendimiento global de todos. La verdad nos quitamos la camiseta al hablar del buen mundial que hizo Jackson Martínez (7), al que ya le estábamos perdiendo la fe hasta los hinchas del DIM (jugó unos horribles 14 minutos ante Grecia) pero que su buena actuación ante Japón nos hizo devolver la confianza en que hay un Dios que regula los destinos de los buenos del mundo (?). Y los goles le dieron la tranquilidad que Jackson necesitaba, con lo que cuajó una buena actuación en Octavos ante Uruguay y mostrándose como el único 9 de categoría que tuvo la selección en este mundial. Ya hablamos de lo inentendible de la decisión de don José de dejar por fuera a Jackson contra Brasil, con lo que nos quedamos con la duda de ver si con un delantero de verdad se hubiera podido mantener más pegados a Thiago Silva y David Luiz, o al menos saber si hubiera habido alguien adelante capaz de dar un pase a uno de los nuestros... Otro que se salvó a pesar de jugar muy poco fue Carlos Bacca (7), que por lesión se perdió gran parte del Mundial pero cuando entró contra Brasil fue uno de los que les llenó de interrogantes el pecho a los brasileños.
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Godín capturado diciendo "¡Boludo, a este negro no lo puedo ni mover!" |
El Mundial de Teo Gutiérrez (4) fue horrible. Ho-rri-ble. Qué pena con los hinchas del Junior: horrible. Teo hace rato (desde que se fue de Racing... parece que llegar allá es sal (?), habrá que decirle R*c*ng) es una sombra de ese peligroso delantero que fue, y ni el título que consiguió en River jugando de el-que-mete-el-pie-en-la-raya-para-que-sea-gol lo salvó de tener un rendimiento como el que amerita su probada calidad. Y su mundial fue muy mediocre: el primer partido lo salvó con un gol como esos que tanto sabe hacer en la raya, pero en general tuvimos adelante un delantero que no era ni rápido, ni fuerte, ni potente, ni pasador, ni constructor, ni, para rematar, goleador. Contra Uruguay (en donde por pasajes pareció literalmente cagado) y Brasil fue una de las papayas grandes que dimos. Los otros que alternaron fueron Víctor Ibarbo (4) y Adrián Ramos (5): el primero revivió la vieja función de estórber de las recochas entre amigos; el segundo -del que esperábamos bastante más de lo que jugó - mostró menos picante que un bocadillo veleño.
El futuro
Lo más tranquilizador es que queda la sensación que el equipo tiene mucho futuro y bastante por recorrer. Pero dependerá de la sensatez que nosotros como afición y los medios periodísticos como vehículo de información y filtro de pasiones podamos manejar para evitar que otra vez se vaya a la mierda todo, como ya ha pasado antes. Hay muchas cosas que debemos tener en cuenta antes de caer en el viejo error de hablar mierda antes de tiempo y repetir las cagadas que ya nos han pasado montones de veces: por ejemplo, la juventud y falta de madurez general de esta nómina; la tendencia tan colombiana de creer que ya ganamos algo sin haberlo ganado de verdad; y last but not least: el hecho que reconozcamos que, independientemente de lo bien que jugamos, le ganamos a tres equipos de mierda en primera ronda y a uno en decadencia y diezmado en octavos. O sea: este mundial fue una chimba y fue muy bacano como principio de un bonito camino, pero si nos desfasamos como siempre nos vamos a desbarrancar y terminaremos llamando de nuevo a Pacho Maturana (ay Dios) o al Bolillo Gómez para que nos arregle el caminado desde la sexta fecha de eliminatorias.
Por favor, pueblo, disfrutemos pero no olvidemos.