jueves, mayo 05, 2011

El fútbol y el amarillo: historias intrascendentes y trascendentes

Nota: Éste post se escribió originalmente como un artículo para la Revista Boulevard. Debido a que no se ha publicado (no sabemos si la revista o el artículo (?)), lo posteamos aquí. La idea surgió de Daniel Obagi, editor de la revista, que aportó algunas correcciones de forma. Para éste post, se modificó alguno que otro párrafo. Si publicaron el artículo, me avisan (?):

El fútbol es un deporte de multitudes desbordantes de pasión multicolor, diría Quique Wolff. Y añadiría “Pero qué leeeeeeeeeeeendo es el fútbol: el universo entero en pos de alcanzar el sueño del pibe vestido con los colores de sus héroes… seee, el amor por esos colores que tenemos impregnados en nuestro corazón por culpa de La Caprichosa…” Suficiente, gracias Quique. Pero tiene razón el viejo gagá  (?) ese: en el fútbol los colores pesan bastante, más que en otros deportes como, por ejemplo, el Tenis, que gira en torno al blanco y las 300 maneras de combinarlo con tonalidades bajas. O el Baloncesto o el Fútbol Americano, que se apegan a los colores tanto como de la franquicia y/o del patrocinador de turno. O como el golf, por poner un ejemplo de una actividad que no sea un deporte.

Decimos sin temor a exagerar (o sea, porque ya estamos acostumbrados a exagerar (?)) que en el fútbol los colores son tan importantes como el deporte mismo. Los de los clubes o selecciones: el rojo de Liverpool, Bayern München, Benfica o la selección española. La Azzurra italiana, la azul depresión de una importante cantidad de hinchas bogotanos, o el auriazul del club más grande de la Vía Láctea (mode-hincha colombiano de Vokita-off), el Boooooooca Shuniorssssssss. Y no sólo de uniformes hablamos: el colorido de la hinchada, el rojo de los balances financieros de los clubes, el blanco llorón del Real Moudrid. El verde césped. El fucsia de Cristiano Ronaldo. Y el amarillo, el color de… ¿de qué?

Si, ¡de qué! Por ejercicio le pregunto a mi mujer, que de deporte sabe lo mismo que el 90% de lectores de éste blog del arte de complacer a una mujer (?): "Amor, ¿qué piensas de los equipos de fútbol con uniforme amarillo?" y lo primero con lo que sale es: "Nah, son malos todos". Y sí: ¿qué hay con los equipos de color amarillo? ¿En realidad son todos una lágrima por simples razones de estadística? ¿O es simplemente que este color no inspira el prestigio que da uno cuya camiseta abunde en rojo emperador o blanco papal? La teoría se cae cual partidarios a la campaña Pardo Presidente cuando pensamos en Brasil y su imperial, multiganadora y avasallante verdeamarelha (que en realidad es una amarelha con detalinhos verdes). Pero esto puede ser una solitaria excepción a una regla que muchos en el mundo creemos (ya deberíamos formar la cofradía): salir a la cancha vestido de amarillo equivale a tratar de levantarse una vieja en una rumba diciéndole “Huy, se están cayendo los angelitos del cielo” (?).

¿Es tan así? A nivel internacional, quitando a los brasileños, sólo Australia en su continente ha ganado algo a nivel de selecciones, pero tengamos en cuenta que allá compiten contra Nueva Zelanda y los 11 no aptos para el rugby que logren juntar en Micronesia, Vanuatu, Fidji o Samoa. A nivel de clubes, sólo podemos hablar del glorioso Peñarol de Montevideo, que ha exhibido orgullosamente su camiseta aurinegra cinco veces en lo más alto de Sudamérica, y del Borussia Dortmund, único ejemplar europeo campeón en amarillo encendido.

Y en Colombia las cosas no son muy diferentes, nononono.

El amarillo triste de los clubes colombianos

Tengamos en cuenta que, históricamente, los clubes colombianos han tenido para la escogencia de sus colores menos inventiva que un cántico de un barra brava criollo. Por lo general abundan libres interpretaciones de las banderas regionales o municipales, cosa que sabiamente han evitado hacer los clubes bogotanos. Decimos "sabiamente" porque el rojo encendido y el amarillo aerosol de la bandera capitalina no permiten hacer una combinación cromática que resista con firmeza un guayabo dominical. Eso le resta puntos al amarillo como indicador de éxito: entre los clubes capitalinos hay 19 títulos nacionales (13 Millonarios, 6 Santa Fe) asociados con el rojo o el azul. Aparte de éstos en Colombia han ganado clubes de rojo (13 veces América, 6 veces Junior, 5 el Poderossso, una Pasto y Cúcuta), de verde (10 veces Nacional, 8 Cali, una vez Quindío), 4 veces uno de blanco, o más bien, de blanco-blanco: el Once-Varta-Cristal-Phillips Caldas de Manizales. Además fueron campeones una vez la combinación ajedrezada verde-blanco del Chicó, y un azulgrana, el Unión Magdalena (¡¡¡ Puta, Unión fué campeón!!! Ya lo sabía, pero siempre que piensa uno en ello lo tumba la cuasi-paradoja.).

Pero de amarillo sólo uno: el Deportes Tolima. Y eso, si somos jodidos para hilar fino no lo incluiríamos aquí, porque aparte que su color representativo es Oro (está bieeeen), en realidad el club ibaguereño ha tenido tantos cambios en el uniforme a través de su historia, que las tribunas del Manuel Murillo Toro tienen el privilegio de lucir un efecto pixelado que no tiene ningún otro estadio del país. Pero es una solitaria  victoria; el paso de los otros equipos vestidos de amarillo en Colombia ha sido largo y triste como clavarse una tarde a ver cine irlandés. Básicamente nos acordamos del Atlético Bucaramanga, club que ha convertido el hecho de ser hincha en un asunto más de orgullo regional que de pasión ganadora: no solo es uno de los pocos tradicionales que jamás ha quedado campeón, sino que ha sido el único en Colombia que ha descendido 3 veces a la B, record que seguramente superará al año siguiente que ascienda.

El Deportivo Pereira con su discreto Modelo 1970: recuerdo de años más felices. Nunca ganaron nada, pero bue, en cualquier situación debían estar más felices que ahora (?)

¿Dijimos "uno de los pocos tradicionales que jamás ha quedado campeón"? Bueno, aquí les tenemos al otro: el Deportivo Pereira, alias La Furia Matecaña, aka AyPereiritanomehagássufrirmás; el muy pasional pero poco ganador equipo de la capital risaraldense, ostenta orgullosamente su magro historial luciendo su uniforme amarillo encendido frecuentemente adornado con rojo ídem. La misma tonalidad que lucen los relativamente recientes Real Cartagena y Atlético Huila, siempre vírgenes. 

El único campeón colombiano de amarillo-amarillo lo fue por caprichos de algún diseñador despistado. Fue en la final del Torneo Finalización de 2004, que enfrentó a Nacional y al Atlético Junior. Pintaba para una final bastante pareja por el nivel de ambos equipos, pero los pronósticos se fueron a la mierda cuando en la ida los junioristas se despacharon con un llamativo 3-0 que ponía todo a su favor: bastándoles sólo tener cabeza fría en la revancha para ser campeones. Ah, pequeño gran detalle ese de la cabeza fría (?). Porque en el juego de vuelta, en un Atanasio Girardot colmado hasta los baños, el Junior salió a la cancha a jugar con una atípica e inesperada camiseta amarilla que nadie tenía en los registros, que bien pudiera ser la ropa de los entrenamientos o su pijama oficial. El hecho es que a los 5 minutos se notaba claramente que a cada jugador del cuadro barranquillero se le llenaba el culo de preguntas: ¿Qué hago aquí? ¿A qué hora termina esto? ¿Yo sí tengo pasta de campeón? (?). Y se notó en la cancha: al minuto 68 ya el partido iba 5-1 a favor de los locales, que le habían pegado un baile impresionante a la atribulada defensa tiburona, que ese día no era capaz de agarrar ni un billete de $50,000 tirado en el área. Los salvó de una lechoneada histórica el rústico pero voluntarioso defensor argentino, Walter Ribonetto, que quiso dejar su huella en el fútbol colombiano (aparte de las que dejó en los tobillos de varios delanteros ese año), metiendo el pie en el momento justo para dejar el partido con un 5-2 que llevaba la definición del título a los tiros desde el punto penal. Instancia en la que fueron mejores los jugadores de Junior, que celebraron alborozadamente con más alivio que alegría (si perdían así ese campeonato eran empalados todos en el puente Pumarejo), y de paso eliminaron para la estadística un fracaso más de los equipos de amarillo. Por poquito.


El día de la cuasi-amarilleada

Amarillo pollito: la selección Colombia

Pocos se acuerdan que la selección Colombia jugó de amarillo entre 1970 a 1975, época que no precisamente coincide con años gloriosos para nuestro vapuleado representativo. Antes de eso nuestros gladiadores (mode-Caracol-on) salían a las canchas vestidos de azul y blanco, o de azul y azul, o de rojo y negro. Pero de amarillo, nones. Hasta 1970, año en que debutó ese color en nuestra selección para un amistoso contra Inglaterra en que perdimos 4-0. En ese lapso de tiempo jugamos 14 partidos de los que perdimos 12; pero si quiere elucubrar acerca del efecto nocivo de la camiseta amarilla en esos tiempos pare la mano: nuestro potencial futbolístico de esos años no soporta cábalas positivas o negativas, que igual podíamos jugar con la armadura de Robocop y nos metían todos los rivales la mano en el culo.

En 1975 la Federación decidió adoptar para nuestra selección un revolucionario y completamente incomprensible uniforme compuesto por camiseta naranja con pantaloneta negra, como si se pretendiera que por asociación psíquica con la Naranja Mecánica holandesa, nuestros muchachos salieran a la cancha imbuídos del espíritu del Fútbol Total. El asunto es que sea por el tipo de tela, por las preferencias de los diseñadores, o por las tendencias vintage imperantes en la época, más que naranja, ésta venía siendo una tonalidad zapote tropical apagada, que se usó por primera vez en la Copa América en la que quedamos subcampeones. ¿Y el amarillo? Bien, gracias: sólo se dejaba lucir en la banda tricolor que, para colmo del mal gusto, cruzaba en diagonal el uniforme (!!!). Para 1983 retornó el amarillo (entre 1987 y 1991 como alternativa detrás del rojo), y con él comenzaron a surgir buenos jugadores, técnicos sensatos, buenas actuaciones, resultados históricos, clasificaciones a mundiales. ¿Y los títulos? Bien, gracias. Ah, el de la Copa América 2001...

Colofón (?)

No sé ustedes, pero yo me animo a sacar una conclusión: el amarillo será muy lindo y soleado y alegre y caluroso y tropical y animado y es mi patria y es maicena y todo lo que quieras, pero en fútbol no va, al menos en Colombia. Lo que sí produce es alegría para los rivales, parece. La historia no miente: el amarillo no inspira, el rival que le gana a uno va de rojo o de negro o de azul o de blanco. Me atrevo a profetizarlo (y me estoy poniendo de pie ahora mismo y miro a lontananza): ni el Bucaramanga ni el Pereira pueden aspirar jamás a ser campeones luciendo los estandartes cromáticos de un pollito o de un solecito. Lo más sensato que deberían hacer las directivas de esos clubes es cerrar todo, resetear la institución y comenzar de cero retando hasta al Barcelona a jugar por las 3 canastas de pola vestidos de blanco o de rayas rojas y negras. Lástima que el mundo se acaba en 2012 y no veremos si tengo la razón (?)

10 comentarios:

  1. El Amarillo aparte de ser un color salino para el fútbol, es un color mentiroso, ya que de acuerdo a la teoría del color, representa riqueza, y hasta donde se sabe, ni cartagena, ni huila, ni pereira ni tolima son clubes ricos y poderosos...

    Yo si espero fervientemente que la selección vuela a utilizar la camiseta roja mundialista que nos lleno de gloria en los 90's

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  2. A ver si esto lo leen los petardos de la Federacion y nos ponen otra vez el ROJO en la camiseta tricolor...

    aunque buehh... el único título oficial que hemos ganado, fue vestidos de amarillo (Copa America 2001)... aunque valga aclarar que esa camiseta estaba bien invadida del azul...

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  3. panchocristal5/10/2011 6:53 a.m.

    Mmmm no se don YSEC, no me convence de a mucho esta teoria. Tendriamos que ver que porcentaje de equipos amarillos hay, y hacer una proporcion. Excluyendo rayados, en Argentina y Brasil no conozco. En la madre patria esta el Villareal, en Italia el Chievo y el Modena, en Inglaterra Wolverhampton....los primeros que se me vienen a la cabeza -de la A o cerca. Muy pocos. Como hincha de un verde, he notado que nuestros colores tampoco se caracterizan por victoriosos. Con excepcion del Palmeiras, el anecdotivo Banfield y el Werder Bremen (Betis y Racing que recuerde no han ganado nada, talvez el Betis si). Lo de rojos y azules se explica por su cantidad. De ahi mi invitacion a hacer proporciones cromaticas. Asimismo habria que hacer estadisticas pa rayados: Los de Milan, Juventus, el Barcelona amado por 3/4 del planeta de noveleros, River, Penarol, Estudiantes, Flamengo....

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  4. panchocristal5/10/2011 6:53 a.m.

    Mmmm no se don YSEC, no me convence de a mucho esta teoria. Tendriamos que ver que porcentaje de equipos amarillos hay, y hacer una proporcion. Excluyendo rayados, en Argentina y Brasil no conozco. En la madre patria esta el Villareal, en Italia el Chievo y el Modena, en Inglaterra Wolverhampton....los primeros que se me vienen a la cabeza -de la A o cerca. Muy pocos. Como hincha de un verde, he notado que nuestros colores tampoco se caracterizan por victoriosos. Con excepcion del Palmeiras, el anecdotivo Banfield y el Werder Bremen (Betis y Racing que recuerde no han ganado nada, talvez el Betis si). Lo de rojos y azules se explica por su cantidad. De ahi mi invitacion a hacer proporciones cromaticas. Asimismo habria que hacer estadisticas pa rayados: Los de Milan, Juventus, el Barcelona amado por 3/4 del planeta de noveleros, River, Penarol, Estudiantes, Flamengo....

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  5. Buenísimo el comentario de la foto del Pereira

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  6. Las estadísticas no mienten. Hay unas excepciones pero realmente el color amarillo da pie para ser o tener un equipo mufa. Yo quisiera que Fidox me mostrara la gloria de la cual nos llenamos en los 90... Si gloria es haberle empatado a la gran Alemania de los 90, entonces yo soy Sobrino de Huff Hefgner (?)

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  7. Jugar de amarillo es como esperar que JJ Galeano sea goleador de un mundial. A nuestro combinadito le fue mejor con el rojo (no han mencionado la copa América del 87)

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  8. Ojota que el amarillo cagado (?) del Junior en el 2004 fue puesto por presión de Nacional, que no dejó que Junior jugara con la rayada por cosas de televisión, a pesar que las rayas del Junior eran curvas, y como que no hubieran visto que alguna vez Betis-Atlético han jugado así. Igual a pesar del yellow (?) ganamos nojoda (modo termotiburón) off.
    A propósito, otro post en gran forma.

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